2010-10-13

Política Cero - ¿Y el reality show de Pasta de Conchos, apá?

Por Jairo Calixto Albarrán

Fox y Jelipillo, luego de ver la cobertura mediática mundial del reality show de los mineros chilenos (estuvo mejor que El Chupacabras en el IFE y el partido de la selección), deben estarse dandose de topes todavía a estas horas por no haber movido ni un dedo en Pasta de Conchos.

De haber visto más allá de lo evidente, toda la publicidad, todo el reconocimiento del que está gozando ahora el presidente Piñeira, lo habrían tenido en su momento si el ex presichente no hubiera abandonado a su suerte a los mineros de Coahuila; y si al menos Calderón hubiera intentado extraer del vientre de aquellas cavernas los cuerpos de los trabajadores muertos.

Bueno, cómo estará la falta de olfato que a los gobiernos panistas ni siquiera se les ocurrió apapachar a las familias de Cananea, en vez de tratarlos como a los padres de la guardería ABC. Deberían de aprender de ese excéntrico multimillonario chileno, Leonardo Farkas, que ante la perspectiva de ganarse un lugar en la posteridad, de inmediato abrió cuentas en dólares para los héroes del momento.

Algo que no se le ocurrió al Grupo México, por lo menos para que la opinión pública no dijera que sólo ejercita la explotación del hombre por el hombre y el desgaste de los hígados al proletariado sin cabeza.

Digo, tan siquiera Jelipillo, Fox y los dueños de Pasta de Conchos se hubieran cooperado para quedar bien y, como Steve Jobs, el generoso dueño de Apple, regalarles a los hijos de los trabajadores enterrados aunque fuera unos ipods. Ese mi Steve, por lo menos debiste mandarles unas ipads, ya te pareces a Molinar Horcasitas, no te vayas a quedar pobre.

Pero ya sabemos que hay maderas que no agarran el barniz.

Por eso ahora Chile se ha convertido en el centro del universo, los 33 mineros son héroes mundiales y sus historias serán contadas de aquí a la eternidad… mientras aquí nos conformamos con el show time del dipuhooligan priista que rompe vidrios en la Asamblea (doña Matrix, plis, amarre a sus perros); las declaraciones del cardenal Sandoval Íñiguez, quien, para defender a don Etilio González, el señor de los asquitos, afirmó que los gays eran tan poquitos que no merecía la pena preocuparse por ellos. Lo mismo decía Calderón del crimen organizado al llamarlos ridículas minorías, y ya ven cómo tienen a la patria.

En tanto, aquí los políticos y la Femexfut hacen melodramones para limpiarse la cola.

Jelipillo y Fox deben estar muertos de envidia por el reality show que hubieran podido organizar en Pasta de Conchos con la señorita Laura incluida.

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jairo.calixto@milenio.com

2010-10-07

La Historia en Breve - Balacera en el centro de Monterrey por televisión

Por Ciro Gómez Leyva

MILENIO Televisión interrumpió su cobertura regular para entrar en vivo con el reporte de una “balacera” que acababa de ocurrir en el centro de Monterrey.

Fue poco después de las siete de la noche. Los policías acordonaban la zona en donde quedó tendido el cadáver: un solo muerto, al parecer una mujer. Se informaba que había seis heridos y que 200 locales fueron desalojados.

Según esto, un hombre bajó de un auto y le disparó a la mujer. No quedaba clara la gravedad de los heridos, ni si fueron agredidos intencionalmente o tuvieron la desventura de estar en el lugar equivocado.

Los policías corrían con las armas en alto. Camiones del Ejército entraban y salían de la pantalla. Soldados enmascarados se desplegaban entre las ambulancias. Otros se protegían las espaldas mientras hablaban desde sus radios, como en las películas de guerra. Por el dramatismo, lo que transmitíamos era como uno de esos reportes de Palestina de los 80, después de que un coche bomba se había cobrado 30 vidas.

Minutos después, otras televisoras abrieron también sus coberturas. Apenas el sábado, el procurador de Justicia de Nuevo León, Alejandro Garza y Garza, sugirió que grupos que tratan de desestabilizar políticamente al gobierno del estado podrían estar detrás de los recientes hechos de violencia. Si eso es cierto, lo están consiguiendo a la perfección.

Un tipo mata a una mujer, la policía y el Ejército hacen una aparatosa aparición, llegamos nosotros, difundimos las imágenes y de lo demás se encargan Youtube y las redes sociales.

El mundo puede, así, ver y reproducir las veces que quiera las imágenes del “horror mexicano”. Un muerto.

gomezleyva@milenio.com