2011-12-19

Proceso - Vázquez Mota se asume como “la señora de la casa”… pero no sabe de precios



México, D.F. (apro).- A pesar de asumirse como “la señora de la casa”, la aspirante presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, demostró hoy su desconocimiento en lo que compete a tarifas del transporte público y de precios de productos básicos.

Igual que el priista Enrique Peña Nieto, Vázquez Mota no atinó a responder cuánto cuesta el kilo de tortilla, de arroz y de frijol. Mucho menos, supo el precio del boleto del Metro.

En entrevista con Francisco Zea, en el programa “Al empezar el día”, de Cadena Tres, la aspirante presidencial panista dijo que el kilo de tortilla costaba 10 pesos, cuando en realidad es de 12 pesos. “Lo debemos tener en cerca de 10 pesos”, dijo.Sobre el precio del boleto del Metro, señaló: “Pues debe estar como en cinco pesos”, cuando la tarifa real es de tres pesos.

También titubeó al responder sobre el precio del kilo de frijol y arroz. El primero, añadió, debe costar “como 25 pesos… 30 pesos”, y el segundo “entre 20 y 30 y vamos a ver”.Después la interrogaron sobre el precio del litro de leche, a lo que respondió que iba de los 10 a los 15 pesos, dependiendo de su tipo.

Vázquez Mota es la cuarta precandidata presidencial en patinar con ese tipo de preguntas. Ayer lo tocó el turno al aspirante de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, quien, a pesar de haber gobernado la Ciudad de México, aseguró que el pasaje del Metro costaba dos pesos, cuando es de tres.Inmediatamente la gente le gritó “tres” y el perredista corrigió: “Dije dos pesos el Metro porque cuando fui jefe de Gobierno así lo dejé”.

El pasado domingo 11, el aspirante a la candidatura del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, no supo con precisión a cuánto ascendía el salario mínimo que perciben los trabajadores en México y, de acuerdo con una entrevista con el diario El País, el priista lo ubicó en 900 pesos y no en mil 741, que es el monto de 30 días del mínimo en 2011.

Peña Nieto también fue cuestionado sobre los productos de la canasta básica y el costo de éstos. Cuando se le preguntó cuánto cuesta un kilo de tortilla, contestó: “No lo sé porque no soy la señora de la casa, pero debe andar en siete u ocho pesos.”

Tras el último gasolinazo del año –el pasado sábado 10– y antes de que entre en vigor el aumento de 2.63 pesos al salario mínimo, se incrementaron los precios de algunos productos de la canasta básica, entre ellos huevo, frijol y jitomate.

En la semana que concluyó, prácticamente se generalizó en 19 y 20 pesos la venta al menudeo del kilo de huevo blanco en centrales de abasto, pero en algunas de ellas, como las de San Luis Potosí y Acapulco, rebasó 22 y 23 pesos, de acuerdo con un reporte de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria.

En tanto, el frijol, cuya producción bajó por la sequía y la Secretaría de Economía (SE) autorizó nuevos cupos de importación, se vende entre 20 y 29 pesos por kilo, según la variedad, marca y lugar donde se expenda.

Tampoco la tortilla escapó a la ola de aumentos. En Querétaro, por ejemplo, subió 1.20 pesos entre el 12 y 14 de diciembre, al pasar de 12 a 13.20 en promedio, según el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM) de la SE.

A escala nacional, el precio costo de la tortilla es de 11.29 pesos el kilo (cuatro centavos más que a principios de mes), de acuerdo con el reducido monitoreo aplicado por las autoridades a sólo 384 tortillerías de 53 ciudades del país, aun cuando existen 80 mil negocios de ese tipo.

De cualquier manera, desde hace unas semanas dicho monitoreo reveló que el producto se vendía a más de 12 pesos en la mitad de esas urbes, y aunque el precio máximo que se reporta es de 15.40 pesos, hay lugares, por ejemplo Chihuahua, donde se comercializa en 17 o 18 pesos.

2011-12-15

Proceso - Borgetti, entre los grandes goleadores de la década: IFFHS




MÉXICO, D.F. (apro).- El exfutbolista Jared Borgetti fue considerado el mejor goleador latino y decimocuarto del mundo de la década anterior, según la Federación Internacional de Historia y Estadísticas de Futbol (IFFHS, por sus siglas en inglés).

El exmundialista mexicano marcó un total de 58 goles entre los años 2001 y 2010, distribuidos de la siguiente manera: 17 con la selección nacional y el resto con los equipos Santos, Pachuca, Morelia, Bolton Wanderers de Inglaterra y el Al Ittihad, de Arabia Saudita.

El jugador mexicano se ubicó por encima de jugadores como el alemán Michael Ballack, el portugués Cristiano Ronaldo, el brasileño Ronaldinho y el argentino Lionel Messi, considerado por la FIFA como el mejor jugador del mundo, y el inglés Wayne Rooney.

La lista elaborada por la IFFHS la encabeza el holandés Rudd Van Nistelrooy, actualmente en el Málaga, de España. En total, el holandés marcó 86 anotaciones, y superó en ese rubro al francés Thierry Henry, que en la actualidad juega en el Red Bulls de la MLS, así como al marfileño Didier Drogba, quienes sumaron 85 y 83 goles, en el orden respectivo.

Para elaborar esta clasificación, la IFFHS se basó en los juegos disputados con las selecciones nacionales, fases finales en torneos olímpicos, Mundial de Clubes, competencias continentales, así como las ligas locales. Goleadores de la década

1. Rudd van Nistelrooy (Holanda), 86.

2. Thierry Henry (Francia), 85.

3. Didier Drogba (Costa de Marfil), 83.

4. Miroslav Klose (Alemania), 81.

5. Samuel Eto´o (Camerún), 79.

6. Flavio da Silva Amado, 73.

7. Dimitar Berbatov (Bulgaria), 71.

8. Raúl González (España), 71.

9. David Villa (España), 68.

10. Andrey Shevchenko (Ucrania), 68…

14. Jared Borgetti, 58…

2011-11-23

Proceso - López Obrador por la hazaña


Por Alvaro DELGADO
Proceso.com.mx


MÉXICO, D.F. (apro).- Con un notable rezago frente al priista Enrique Peña Nieto, mayor al que respecto a él tenían Felipe Calderón y Roberto Madrazo en 2006, Andrés Manuel López Obrador ha aplicado el principio de que a un escenario distinto corresponde una estrategia diferente, justamente porque sabe que sus enemigos son los mismos que en su primera incursión presidencial.

Por eso el primer paso de ganar la Presidencia de la República en 2012, que sería una epopeya, fue lo que hasta hace menos de dos semanas parecía utópico: Obtener la candidatura de toda la izquierda sin ruptura y, algo tan importante como ésta, materializar una coalición total con candidatos a diputados y senadores electos con base en su fortaleza electoral medida por encuestas.

Si la izquierda supera sin escándalo el transe que significa procesar los candidatos a legisladores que resulten de los “mejor posicionados” entre las propuestas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) –que ya tiene los resultados de las encuestas que la empresa Covarrubias y Asociados levantó en los 300 distritos electorales del país– y las del Partido de la Revolución Democrática (PRD), entonces se ensanchan las posibilidades de victoria.

Porque a diferencia de hace seis años, cuando López Obrador jaló votos a los candidatos a diputados y senadores de la izquierda –algunos de los cuales, particularmente los Chuchos, se amafiaron con Calderón–, la estrategia ahora, dadas las nuevas circunstancias, es que éstos deberán abonar a la candidatura presidencial.

Así, aun con el déficit democrático que implica un arreglo oscuro sólo entre dos líderes, López Obrador y Marcelo Ebrard –que como parte del mismo éste impondría al candidato a sucederlo en la Ciudad de México–, el arranque de la izquierda modificó el tablero de la sucesión presidencial y cuenta con algo a su favor: Lamentablemente el país está peor que en 2006.

En efecto, la degradación de la vida política, social y productiva ha sido acelerada y se ha instalado entre los ciudadanos un ánimo peligroso: La desesperanza. Y ya se sabe: Una sociedad sin ilusión por el porvenir se condena a la mediocridad y a la descomposición, que en la decadencia en curso es inaceptable.

Diversos indicadores independientes y aun oficiales desnudan la realidad atroz de México, de por sí aislado del mundo y sometido a Estados Unidos. El más lacerante de esos datos es que en sólo cuatro años, de 2006 a 2010, un total de 12 millones 205 mil 356 mexicanos fueron arrojados al infierno de la pobreza patrimonial.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se trata de un aumento de 27% del número de pobres que había cuando, en 2006, Calderón asumió al cargo. La pobreza patrimonial pasó de 45.5 millones ese año a 57.7 millones el año pasado, más de la mitad de los mexicanos.

Y otra cifra que sobrecoge: Deambulan por el territorio nacional siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, los mal llamados “ninis”, la mayoría de los cuales son mujeres.

La calidad de vida se ha desplomado y, según la ONU, en materia de salud, educación e ingresos, México está por debajo de Chile, Argentina, Uruguay, Cuba y Bahamas. Nada menos.

Justamente en 2010, en un contraste insolente, el magnate mexicano Carlos Slim apareció como el hombre más rico del mundo.

Estos números de escándalo coexisten con otro fenómeno que oprime el ánimo de los mexicanos: La violencia que, en efecto, tiene a México en un estado de emergencia y con la crisis humanitaria más dramática de su historia reciente. Se han acumulado, todo el mundo lo sabe, 50 mil muertos, 230 mil desplazados, 10 mil desaparecidos y mil 300 jóvenes y niños asesinados. Son números, pero no olvidemos que se trata de personas.

Unicamente por esto es necesario y urgente un cambio en el rumbo de la nación que, vistos los resultados de los gobiernos priistas y panistas de las más recientes tres décadas –cuyo crecimiento promedio es de 2.5% anual, menor al 3.3% del porfiriato–, sólo podría venir de la izquierda.

Parece remoto que, en la hipótesis de un triunfo de López Obrador, pudiera materializarse un cambio drástico, pero es indispensable frenar el deterioro y establecer un punto de partida hacia algo que reactive la esperanza de los mexicanos.

El inicio de esta nueva travesía de López Obrador y de la izquierda toda es halagüeño, pero la contienda se avizora con los peores signos, no sólo como parte de una campaña ordinaria por el poder político, sino porque se trata de una disputa por la nación y gravitan los peores intereses de los poderes fácticos, incluidos los criminales.

El cambio de estrategia de López Obrador, que por ejemplo después de hacer un reclamo a Televisa por su política facciosa le ofrece un nuevo trato, o anteponer la propuesta de unidad a la beligerancia del 2006, no implica que sus mismos enemigos de 2006 mutarán y se sumarán a la “república amorosa”, que a muchos mueve a chunga.

El amasijo de intereses que en 2006 se articularon no se ha disuelto y ahora impulsan a Peña Nieto. El propio Calderón, que detesta a López Obrador, cuenta con los instrumentos del gobierno federal, que son muchos, y su capacidad de daño es inmensa.

De hecho, la campaña negra contra López Obrador, que no ha cesado en los cinco recientes años, se ha intensificado desde las cuentas de correo de funcionarios federales que usan seudónimos para no ser identificados.

En fin, hay un escenario aciago hacia el 2012 que, ojalá, desemboque en un cambio para bien.

Apuntes

Después del derrumbe de los Calderón en Michoacán, más relevante que la derrota de los perredistas, la disputa por Morelia entre PAN y PRI derivó en el recuento voto por voto, por primera vez en México. ¿Quién ganará? La certeza, la que no tuvimos los mexicanos en 2006.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx y TwitTer: @alvaro_delgado

2011-11-04

Punto de partida - Video de Elba Esther Gordillo en reunion SNTE

Video tomado del programa Punto de Partida


2011-10-20

Atando cabos - Hay que evitar que llegue Peña


Por Denise Maerker

El Universal.com.mx


Muchos no quieren (queremos) el regreso del PRI a la Presidencia por muchas y diferentes razones. Quizá la más importante es porque no hay signos de que se trate de un partido distinto del que gobernó a este país durante décadas. Todo lo contrario, se percibe entre los actuales priístas una genuina añoranza por las formas de antaño: la solemnidad, los rituales, el consenso obligado, la falta de debate, la imposición de la línea, el pragmatismo. Justo esta semana nos volvieron a dar una muestra de ello: Varios diputados priístas se habían pronunciado a favor de la reelección de diputados hace tres años cuando estaban en campaña, pero como Peña Nieto se opone a esa reforma, se alinearon y votaron en contra. En la Cámara no presentaron argumentos y tampoco pareció importarles, les bastó con tener la mayoría.

Otra razón de este rechazó de muchos –aunque minoritario según las encuestas– de que el PRI regrese a los Pinos, es la forma en que han gobernado los estados estos últimos años. En general, les sigue molestando la crítica y prefieren buscar formas de callarla. Cualquier reportaje revelador y crítico es sistemáticamente interpretado como parte de una campaña orquestada por alguien en su contra. Si se señala a Humberto Moreira porque hubo falsificación de documentos en el proceso de endeudamiento de Coahuila, los priístas nunca cuestionan el hecho sino la intención “oculta” de quienes lo revelan.

Los priístas siguen anteponiendo sus reglas y valores a las exigencias normales de una democracia: la reputación no es nada comparada a la lealtad. Por eso ni las conversaciones grabadas de Mario Marín en el caso de Lydia Cacho ni la torpeza y abusos del gobierno de Ulises Ruiz en Oaxaca fueron cuestionadas por los priístas, a ambos los defendieron a ultranza.

La cultura priísta es autoritaria y aunque se han tenido que adaptar a diferentes circunstancias siempre han tratado de limitar la pluralidad. Si no tenían mayoría en el Congreso local buscaron obtenerla, no a base de alianzas, sino cooptando individuo por individuo gracias a favores o prebendas.

Dicho esto ¿qué proponen los que quieren evitar a toda costa que llegue Peña Nieto? Poca cosa. Marcelo Ebrard insiste en que: es él encabezando una alianza electoral del PAN y del PRD o la restauración del viejo régimen. Más allá de que los números en las encuestas no muestran que esa sea realmente una opción ganadora ¿por qué sería una opción convincente? Después de todo ¿quiénes son los responsables de haber pavimentado el camino para el regreso del PRI? El PAN y el PRD. Si Ulises Ruiz siguió gobernando Oaxaca fue porque en el Senado los panistas no votaron por la desaparición de poderes en el estado, si Elba Esther sigue teniendo el poder que tiene es porque Vicente Fox y Felipe Calderón pactaron con ellos, si los sindicatos siguen siendo un pozo de oscuridad es porque Fox y Calderón se acomodaron con ellos. Si tantos parecen añorar al PRI es porque el PAN no ofreció una mística distinta ni un discurso fundacional y diferente. Si Pena Nieto les parece a tantos un oasis de paz y serenidad es porque PAN y PRD se enfrascaron desde el primer día del gobierno de Fox en una cruenta batalla que doce años después los tiene exangües.

La única alternativa que ven es movilizarnos a través del miedo: ellos o el regreso del PRI. La verdad es que se merecen el regreso del PRI, los que no nos lo merecemos somos todos los demás.

Con esta columna abro un paréntesis en mis colaboraciones en “El Universal”. Concentraré mi esfuerzo profesional en un proyecto que requiere toda mi concentración en los meses por venir. Pero es eso simplemente, sólo una pausa, después de la cual espero regresar a este mismo espacio y continuar esta vía de comunicación con los lectores.