2011-03-30

El asalto a la razón - Nini conocen la propuesta


Por Carlos Marín Milenio.com

A César Duarte le ha llovido por sugerir que los ninis tengan alguna ocupación… ¡en el Ejército!

La idea en bruto suena descocada pero, explicada ya, merece atención aunque sea para descartarla.

Ayer, con Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, el gobernador de Chihuahua dejó claro que ni por asomo se trata de “militarizar el desempleo”.

Nada para desatar la histeria de los bien portados o de los políticamente “correctos”, porque no se trata del sabido y obligado Servicio Militar (reclutamiento forzoso) o, menos aún, de que los ninis queden expuestos en el combate a la narcoviolencia.

Lo que Duarte propone es que a los jóvenes (hombres y mujeres) que carecen de empleo se les abran las puertas en las fuerzas armadas (hasta por tres años) para realizar tareas remuneradas de servicio a la comunidad.

¿Quién está contra los programas de reforestación, auxilio a la población, mantenimiento y reparación de redes de agua potable y drenaje, o de piso firme en los poblados más jodidos?

Los ninis podrían aplicar algo de lo que sepan y hasta aprender, eso sí, algo de disciplina.

cmarin@milenio.com

2011-03-29

Rigo Tovar: réquiem para un rockero que toca el güiro


Alejandro Saldívar
Proceso

1.

Rigo Tovar canta con una voz desaceitada. No es tenor y siempre desafina sus canciones. En ellas viaja del desierto al mar y de un restaurante gringo a la selva chiapaneca. A los de la clase alta les da comezón en los oídos.

Rigo Tovar alborota esqueletos en la pista. A ojo de águila sus conciertos son una marabunta en las plazas que se mueve al ritmo asincopado de la cumbia, como si el viento moviera un campo de pasto. Un slam con güiros y sintetizadores.

Rigo Tovar engendra lo imposible: un sirenito. Sus escenas marinas lo revuelcan al éxito. En el fondo del mar lo juzga la corte de neptuno. Lo acusan de comerse a una sirena en el desayuno.

Rigo Tovar inventa fauna: un pájaro chogüí que picotea naranjas en un árbol. Rigo Tovar le escribe un testamento a todas sus mujeres: María, Concepción, Teresa, Leticia, Amparo. Rigo Tovar se autodefine en una canción: escandaloso, despreocupado y vacilador. Un artista de corazón.

Rigo Tovar tiene los dedos en carne viva de tanto rascar las cuerdas de su Silverstone. Procura que el dolor le borré los sentimientos. Es su forma de concentrarse. Ya prendido hace círculos con el micrófono en el aire. Es un Jim Morrison a la mexicana.

“Muy buenas noches mi querido público. Ante ustedes, los muchachos del conjunto Costa Azul y su servilleta, el inolvidable Rigo…”

2.

Era como siempre se había imaginado ser rockstar: Parado en un escenario, con mujeres aporreando su pecho; un Rolls-Royce blanco a la entrada de su casa, asientos cubiertos de piel, picaportes dorados; un Ferrari pintado de rosa mexicano, una leyenda brillante en el parabrisas: Costa Azul. Y sobre todo, gente. Cuántas persona cubriendo a zancadas sus conciertos.

Quién iba a sospechar que Rigo se convertiría en un faro. Estas eran las cosas que fijaban la luminancia de un rockstar: el hombre vino con sus sintetizadores a tocar cumbias y convirtió lo naco en un esplendor. Rigo hizo del rock y la cumbia una estética propia. Algo tan pegajoso como la brea, pero tan surrealista como Magritte.

En las entrevistas por radio, las mujeres se le encaramaban en el pecho. Querían escuchar el eco de sus sabias ocurrencias que navegaban más bien entre la abulia y la timidez. Parecía sufrir del letargo de quien se aburre oyéndose contar la misma historia de sí mismo.

La prosa de Rigo era tan enredada como una madeja de estambre. Lo que muchas veces quiso decir se resumía en los balbuceos de un jugador de futbol al final de un partido. Lo mismo podía expresar su amor por México que explicar el modo en que componía sus canciones, porque Rigo, como pocos músicos mexicanos, era su propio compositor.

“La música yo la proyecto como debe ser. Le doy su introducción, el tema vocal, un pequeño cambio de tonos, arreglitos, la transición que es el goce, y el final, nunca debe perderse el primer tema vocal”, cuenta Rigo en el documental Rigo, una confesión total.

Si lo ponemos en una báscula, Rigo pesa lo mismo que un cantante de ópera pero para el populacho. Un divo del güiro y las maracas. Actualmente, a Rigo le construyen altares de elogios en decenas de blogs en Internet. Hasta la fecha, nadie ha logrado tener casi 500 clubs de fans en México. Nadie.

No bastaban las orejas para disfrutar del histrionismo de Rigo en un escenario. Bajo aquellas carpas, la voz se le dilataba con un cuerpo que jamás había cobrado en las cantinas, cuando era niño. Ahí estaba parado con sus trajes de gala y las camisas de terciopelo azul de sus cantantes.

Rigo tiene ese carisma escénico que empuja a sus fanáticos a rentar camiones para perseguirlo por todo el país y Estados Unidos. Los conciertos masivos se han vuelto una engañosa costumbre, y Rigo sólo quiere sentarse a comer el pastel de chocolate que le regaló una de sus fans, en la ciudad de México. Mientras, la prensa de espectáculos vive del ritual de fabricar etiquetas rosas: el ídolo de las multitudes, Leyenda de la música grupera, el hijo predilecto de Houston, el Sirenito…

Los conciertos eran un desastre. La locura. Cuando legaba a las presentaciones lo hacía entre 10 ó 15 guardaespaldas. La policía se hacía de golpes con la gente en el escenario.

Siempre tenía una botella de coñac, era su bebida preferida. Si la cumbia surge del sincretismo musical de aborígenes negros y europeos en Colombia. La genealogía de Rigo navega entre lo tropical, lo norteño y lo kitsch.

3.

Cuando Rigo decidió tocar a Haydn en la Arena México fue abucheado. El hombre con el cabello crespo y escamas en las piernas escuchaba a Strauss Verdi, Rossini y Chopin. A sus músicos les hacía interpretar lo clásico y su público prefería rebotar entre brazos y caderas. Todos en un sabroso desconcierto.

Rigo era un cantante de cumbia que se subía a los aviones como si fueran taxis. En 1992 ya viajaba de Chicago a Las Vegas, de Hollywood a Nueva York y de San Francisco a Londres. Terrenos baldíos, ferias de pueblo, palenques, salones de baile, teatros, arenas de box, estadios, puentes, callejuelas. No cabía ni una tuerca.

Jimi Hendrix y Janis Joplin acaban de morir cuando Rigo ya meneaba el micrófono a su estilo. Ya brincaba. Ya sangoloteaba su guitarra. Ya cantaba: Perdóname mi amor por ser tan guapo / simplemente es un regalo Celestial / que quieres las mujeres me persiguen / me han convertido en su objeto sexual.

No parecía ser suya esa voz que había incendiado a públicos tan gélidos como los de Austin Texas. Porque hasta en ese estado hay un día dedicado a Rigo: 31 de agosto de 1978. El hijo predilecto de Houston era un migrante.

Corren tiempos en que las que el rock se tocaba en sótanos y en pequeñas reuniones. La sombra de Avándaro, el concierto con el que la clase política se escandalizó y censuró el rock en 1968, aún cobraba factura. No había espacio para los rockeros, pero si para la cumbia, la banda y los sonidos guapachosos, como el de Rigo.

En la década de los años setenta y ochenta, la androginia de David Bowie y T-Rex no le hacían competencia al desenfado de Rigo en México. Los Ramones en Estados Unidos o los Sex Pistols en Inglaterra apenas entraban a las disqueras.

Más allá, en la dimensión del espectáculo, estaba el Rigo acróbata que corría, saltaba y bailaba al estilo The Clash en Should I stay or should I go. Caminaba como equilibrista sobre el hilo de las ilusiones perdidas de los jóvenes de aquella época.

Es un icono: el cabello crespo, largo. Los Ray-Ban vintage. Las cejas greñudas. El mentón rotundo. Los pantalones entubados. La nariz chata como de tiburón. Un príncipe mestizo.

Mantenía un ritmo de 10 a 14 presentaciones mensuales. En todas, el público se apretujaba entre sí como los estoperoles a su chaleco de cuero. Con los efectos del sintetizador y las maracas al fondo Rigo hacía el paso de de moonwalk pero estático. Levantaba las dos piernas y las estiraba en el aire.

Uno de sus pasos más famosos era el de Ángel. Como si se tratara de un títere, Rigo se tomaba un trozo de cabello y lo empujaba dando un paso hacía adelante. Sonreía con una sonrisa fija, plácida; una sonrisa que decía amor y paz camaradas. Después, como si a un robot le quitaran las baterías, Rigo Tovar siempre se desconectaba al final de cada canción.

Hay en México un tianguis que exhibe el rostro de Rigo: se le ve todo galán. Los colores fuertes y ácidos que lo rodean (azul y verde) golpean con el impacto de un guitarrazo en el que parece no haber lugar para la contemplación estética. El tianguis es de rockeros y Rigo es parte de ese museo.

4.

Como una ofrenda a su madre Rigo se tatuó una mariposa en su brazo izquierdo. Mamá Sarita, jamás te olvidaré. XI-VII-MCMLXXIV. Una vez le dijo:

“Y si dios te diera un hijo/ háblale mucho de mi / dile que no te abandone/ como tú me hiciste a mí/ si tiene los ojos negros/ y si se parece a ti/ dale un beso que tu madre/ le dejó antes de morir.

“En el circo trabajaba un artista que se llamaba Rigo. Era alambrista. A mi señora se le grabó el nombre de Rigo y dijo que cuando tuviera un nuevo vástago le iba a poner Rigo” cuenta su padre como quien se inventa una historia para justificar el éxito.

“Su madre había sido la mujer más decisiva en la vida de Rigo, algunos días le llevaba serenata con una guitarra de dos cuerdas” revela su tía.

Si las mariposas representan la transformación en la vida, la madre de Rigo le dio un aletazo en la memoria y le dedicó un LP entero.

“Porque abandone a mi madre/ y solita la deje/ sin darme cuenta si quiera/ si tenía de comer/ hasta que llego la noche/ en que muerta la soñé/ y hecho un loco fui a buscarla/ pero ya, no la encontré / decían que mi pobre madre sin saber ya lo que hacer / pedía de puerta en puerta/ que le dieran de comer/ y en el rincón de una iglesia/ muerta de frío tal vez/ sin exhalar una queja paso toda su vejez…

5.

Polvo y sol. Una casa endeble donde los niños se corretean unos a otros. Un barrio pobre, diría Rigo. Las ruedas del tren en las vías les hacían vibrar los talones. En Matamoros, Tamaulipas (al noreste de México), las canciones se le fueron acumulando en la cabeza. Era un panal de frases hechas y lugares comunes.

“Yo me llamo Rigoberto Tovar García. Nací en el año de 1965 en Matamoros, Tamaulipas. Vivo en la avenida Primero de mayo. Soy soltero. Vivito. Me gustan mucho las mujeres. Me pongo a la orden de usted. No vicios. No licor. Mido 1.68. Peso 59 kilos. Me pongo a la orden de usted”, mascullaba Rigo al principio de sus conciertos.

En las cantinas de Matamoros lo miraban como a un payaso callejero. Ni un aplauso. Pocas monedas. Una noche tuvo un vago sueño fronterizo. Entrevió el desierto, el aire vibrando por el calor. Era él cruzando la frontera.

“Yo fui muy pobre. Mis padres no tenían para comprarme zapatos. No tenían para comprarme libros. Cuando llegaba a al escuela me regalaba la maestra porque no llevaba libros sólo un cuaderno. Éramos diez de familia. En el tiempo de frío cuando teníamos que ir a la escuela temprano, salíamos cuando la tierra estaba caliente, no teníamos suéteres. En la escuela los niños ricos me humillaban. Se burlaban de mí. Me hacían menos”, cuenta como si narrara una leyenda.

“Su infancia fue muy dura. Yo trabajaba en la panadería y él venía a trabajar. Era muy buscavidas. Se iba a las cantinas a cantar y su papá lo sacaba a golpe— cuenta su tía en el documental Rigo, una confesión total.

“Yo llegué a Estados Unidos con 30 centavos. Allá empecé a trabajar en una pizzería. Después en la soldadura. Fue ahí donde me empecé a enfermar a mis ojos. Después me hice albañil”, narra el cantante.

Un día en Texas a Rigo se le complicó la vista. Tenía enfrente más sombras que de costumbre. Llegaron como un tamborazo repentino, a cegar. Rigo acudió con un especialista en Londres. Allá empezó un tortuoso tratamiento con piquetes de abejas en el cerebro.

El doctor terminó de hurgarle las cuencas de los ojos y le dijo con desaliento: “Tienes retinitis pigmentosa”. Se quedaron unos segundos sin hablar. Luego el médico se espabiló con una sonrisa: “Pero tienes a tus fans, Rigo”.

A los cuarenta años Rigo se quedó ciego. Al escenario siempre llegaba con alguno de sus secretarios particulares: José Morales o Javier Ronquillo. En las iglesias le rezaban misas enteras para que recuperara la vista. Los curas le rezaban a una estrella de rock. Por sus ojos. Por su música.

“Cuando a mí me agarra la inspiración es algo que me saca fuera de la realidad pienso y sueño y estoy formando la letra en mi cabeza. En mi mente”, se justificaba en las entrevistas radiales.

En la ceguera, Rigo no se quedó tan solo: tuvo creyentes a primer oído. Hay que visitar la disquera Melody, en la zona de Polanco en México, y recordar en voz alta el nombre del Sirenito. Patricia Hernández fue una de las que siempre estuvo para contemplar el cabello renegado de Tovar.

“El fue como un segundo padre. Toda la confianza que yo no tuve en mi padre estuvo en él, me orientaba sabía cuando tenía problema”, cuenta ella.

Aquel Rigo que aparecía en el cine radiante en los ochentas, lucía en noviembre de 2004 con las hebras del cabello cenizas. En los pómulos se le hunden unas ojeras azulencas. La malcrecida. Una figura trágica y descompuesta. Una gárgola de sí mismo.

Patricia lo admiró en la sala de su casa, ya retirado. “No me veas con esos ojos de huevo cocido”, le advirtió Rigo.

—¿Tuvo un romance con él?

—No—Patricia ríe como quien oculta un secreto—Yo tenía 17 años y me quería rebelar ante mis papás. Él me dijo que tratara de entenderlos. Fui captando sus palabras, me gustaron sus consejos y lo seguí frecuentando.

—¿Se enamoraron?

—No, si una mujer se le acercaba respetuosamente Rigo respetaba. Su equipo de seguridad nos cuidaba que los hombres no se pasaran de listos.

—Pero Rigo era muy mujeriego…

—A veces me llegué a desmayar porque me daba mucha emoción verlo bailar y cantar. Pero nada más.

—Cuénteme de Rigo y las drogas.

—No, ahí sí no sé.

—¿Mariguana?

—La verdad yo no sé, sólo dios, pero sí necesitaba algo. Al principio sí fumaba mucho porque trabajaba seis días seguidos sin parar. Día y noche.

—¿Y la locura de Rigo?

—Pues hubo un tiempo en que ya no coordinaba. Inventaba nombres de presidentes. Se quedaba pasmado. Pero después volvió en sí. Él era muy creyente, siempre mencionaba a dios.

Ya en su casa, en la colonia Alamos, de la Ciudad de México, Rigo plasmó sus manos en una tina de concreto. Patricia conocía la manera de sentarse, la mirada coqueta, el brillo. Observó sus ojos ciegos y le pidió una canción:

Ven a mi mundo color de rosa para que veas como vivo yo/ Ven a mi mundo color de rosa para que cantes como canto yo/ olvida tus sufrimientos también tus penas/ por un momento ven a cantar conmigo/ a bailar feliz como lo hago yo…

Meses después, el 27 de marzo de hace seis años, Rigo falleció. Vinieron los homenajes, los formalismos. Lo acechó un coro de idólatras. En la carretera a Reynosa, Tamaulipas, le hicieron una estatua en bronce. Su cabello se convirtió en una esponja de ramas. Con su mano predica amor y paz. En la costa Playa Bagdad cambia de nombre a Costa Azul. Donde creció, la calle Primero de mayo, lleva su nombre.

Quedan las palabras de Rigo escritas con manchas de aceite en el corazón de Patricia. “Adiós chiquititita”.

6.

Colofón

“Si lo mexicano es naco y lo mexicano es chido entonces verdad de Dios, que todo lo naco es chido”, inmortalizó Rigo.

2011-03-27

Medios: la mordaza se gestó en Los Pinos

José Gil Olmos
Proceso.com.mx


Promovido por dueños de medios electrónicos e impresos –pero sobre todo por el duopolio televisivo–, el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, firmado el jueves 24 en el Museo de Antropología, plantea una serie de medidas para encarar la labor periodística en tiempos de guerra (al narco). Pero muchos comunicólogos y periodistas, algunos de los cuales rechazaron la invitación, consideran que la iniciativa “no es tan ciudadana”, pretende uniformar la información y alcanzan a vislumbrar detrás de todo una mano que viene de Los Pinos.

MÉXICO, DF., 26 de marzo (Proceso).- Todo empezó con una petición presidencial. La mañana del 5 de agosto de 2010, Felipe Calderón se reunió en Los Pinos con los dueños de las principales cadenas de radio y televisión y de periódicos y revistas. El presidente les pidió “ser parte de su estrategia” de guerra contra el narcotráfico, “autorregular” sus contenidos, impulsar la idea de que el gobierno iba ganando la batalla y “evitar” entrevistar “criminales” para no convertirlos en héroes.

Siete meses después llegó el resultado. El jueves 24 se dio a conocer el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia signado oficialmente por 715 medios –aunque a la firma asistió apenas media centena– en un acto encabezado por las dos principales cadenas de televisión, Televisa y Televisión Azteca

Pedro Torres Estrada, subdirector editorial de El Diario, de Ciudad Juárez –uno de los más afectados por la violencia del crimen organizado–, afirma en entrevista telefónica: “Sospechamos que detrás de todo esto están las manos del gobierno”.

Comenta a Proceso que, hace unas semanas, Claudio X. González, en nombre de la Fundación Televisa, los invitó a firmar el documento. Rechazaron la invitación. “Nos dijeron que el presidente Calderón estaba interesado en tener una reunión previa el martes en Los Pinos o en algún otro lugar, y que le daría mucho gusto que estuviéramos presentes. Dijimos que muchas gracias, pero no”.

–¿Ven una posibilidad de censura?

–Sospechamos que esto no es tan ciudadano. Si nos vamos hacia atrás y revisamos las expresiones de los gobiernos en relación con la cobertura de la violencia, muchas de esas están implícitas en el acuerdo. Nos acusan de ser apologistas de la violencia, de que estamos creando héroes de delincuentes. Creemos que, en determinado momento, detrás de esto pudiera estar la mano del gobierno.

El comunicólogo Raúl Trejo Delarbre aporta un punto de vista distinto, pero complementario: el acuerdo, dice, responde claramente a los intereses empresariales de Televisa y TV Azteca, que necesitan “legitimación” en momentos en que se enfrentan con el gigante de las telecomunicaciones: el Grupo Carso.

“Puedo decir con toda responsabilidad, pero sin citar mi fuente, que directores de varios medios me confirmaron que fue de las oficinas corporativas de Televisa de donde los llamaron para invitarlos a sumarse a este documento”, afirma Trejo, presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información.

Agrega en entrevista con Proceso que para Televisa y TV Azteca el acuerdo es en realidad “un acto de propaganda” y que por eso fue presentado en un “escenario lamentable” y “espectacularizado”: el Museo de Antropología convertido en un set de televisión.

Regulación

Regular la cobertura informativa sobre el narco ha sido un propósito de Calderón desde hace años. En noviembre de 2009 se realizó en Boca del Río, Veracruz, el congreso Ciudadanía y Medios. Acción Conjunta, organizado por el gobierno de la entidad y la Procuraduría General de la República. Participó Margarita Zavala, esposa del presidente. Uno de sus principales resolutivos fue que los medios “no otorgarían espacios a los mensajes de los grupos delictivos ni a sus representantes”.

El 5 de agosto de 2010, en aquella reunión en Los Pinos, Calderón insistió en el tema al pedirle a los dueños de medios que se sumaran al Diálogo por la Seguridad. Hacia una Política de Estado.

La reunión fue privada. Entre los asistentes estaban directivos de Televisa, TV Azteca, Radio Mil, Organización Editorial Mexicana, El Universal, MVS, Radio Fórmula, Grupo ACIR, de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable, de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), del Grupo Milenio, Radiorama, Radio Centro y de los periódicos Unomásuno, La Crónica, La Jornada, La Razón y Rumbo de México.

El 9 de noviembre de ese año, al inaugurar la sexagésima sexta asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, Calderón nuevamente habló del tema. Tras señalar que el crimen organizado se ha convertido en “el mayor riesgo al ejercicio del periodismo y se levanta como la principal fuente de restricción, intimidación y represión a la labor informativa”, pidió la regulación de los contenidos.

“Es necesario informar sin hacer apología del crimen, evitar hacer el juego a la agenda mediática de las organizaciones criminales; no se trata de ninguna manera de ocultar los problemas, sino de reflejar la realidad y poner en perspectiva los grandes esfuerzos que hacemos para solucionar nuestros problemas; balancear la información, tomar en cuenta, sí, si es indispensable por el hecho mismo, noticioso, la voz intimidatoria de los criminales.”

El jueves 17 de marzo insistió, al borde del chiste: “Si yo no hubiera sido político, a lo mejor me hubiera dedicado al periodismo, que también me gusta; es una profesión que respeto”, afirmó al intervenir en el foro México: Puerta de América organizado por el Grupo BBVA-Bancomer y el diario español El País.

“Hubiera hecho un periódico que se llamara Balance y en la primera plana pondría de un lado todas las noticias malas, las más importantes, y del otro lado todas las más importantes buenas noticias. Y en medio las buenas o malas sin clasificarlas ahí”.

Tras asegurar que las únicas que “asientan hechos totalmente objetivos e inocultables” son las notas deportivas, Calderón afirmó que “se debe equilibrar y poner en perspectiva lo que es México, no ocultar ni ignorar los problemas que hay en el país”.

De acuerdo con el acuerdo

Con la firma del Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, Felipe Calderón parece haber logrado uno de sus objetivos: aliarse con un sector de la prensa mexicana en su lucha contra el narcotráfico.

Horas después de la transmisión nacional del acto envió un mensaje desde Apodaca, Nuevo León: “Pienso que este acuerdo es una muestra muy clara de que la responsabilidad, cuando se ejerce plenamente por todos y en particular por los medios de comunicación, permite enfrentar de mejor manera el fenómeno de la violencia delictiva, de la violencia causada por los grupos y las organizaciones criminales que afectan a los mexicanos”.

Calderón necesitaba este acuerdo sobre todo porque encuestas publicadas el mes pasado indicaban que su popularidad ha bajado a 52%, lo que no se veía desde 2008, y se incrementó la percepción ciudadana en cuanto a criminalidad y violencia.

“Calderón ha estado incómodo desde hace años con la cobertura mediática de la violencia”, dice Raúl Trejo. “Cada vez que puede reitera su anhelo para que en México haya medios que vean tanto los asuntos buenos como los malos, pero a veces no hay muchos momentos buenos que cubrir. No sé si él auspició, pero sí aplaudió este acuerdo”, señala.

Medidas huecas

Durante la elaboración del acuerdo hubo miembros de la CIRT que plantearon la necesidad de darles a los reporteros seguros de vida, cursos de capacitación, protocolos de protección y mejores salarios. La mayoría de los que trabajan para los medios que suscribieron el acuerdo carecen de esas prestaciones. Algunos no tienen ni Seguro Social.

Pero las propuestas no prosperaron; se quedaron en el enunciado de “establecer mecanismos para la protección de los periodistas en situaciones de riesgo”.

Los anteproyectos del acuerdo, que Proceso pudo consultar, son sustancialmente distintos al documento final.

Por ejemplo, en el segundo punto se proponía rechazar entrevistas “a miembros de las organizaciones del crimen organizado (sic) cuando exista sentencia condenatoria en su contra”.

En la versión definitiva sólo se habla de “impedir que los delincuentes o presuntos delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos” y “omitir y desechar información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos”.

Los ausentes

Se dijo que el acuerdo estaba firmado por los principales medios de comunicación del país. Pero hubo ausencias. Algunos fueron invitados pero no quisieron participar, como El Diario de Ciudad Juárez, y otros de plano no fueron invitados, como La Jornada, Reforma, Proceso, Multivisión, TV Cable y muchos medios locales.

De hecho aparecen pocos medios de las entidades en las que el crimen organizado es más violento, como Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Nuevo León.

Pedro Torres precisa que aunque el medio en el que trabaja fue invitado se decidió no firmar el acuerdo porque, desde su perspectiva, no se puede normar de manera tan general los criterios editoriales: la realidad de Juárez no es la misma que la de otras ciudades.

“No podemos trabajar en las mismas condiciones que los enviados que tienen más libertad en el manejo de la información que nosotros que permanecemos aquí cuando se publica la nota. Además hay cuestiones de seguridad que tenemos que tener presentes cada vez que se publica algo, y para la gente que escribe a la distancia es muy diferente la situación. Por eso no creemos que sea viable esta generalización de los criterios y de los principios para la cobertura de la violencia.”

En su editorial del viernes 25, el diario La Jornada cuestionó las razones que, dijo, “llevan a semejante ensayo por uniformar los criterios editoriales de la mayor parte de los medios del país y a buscar una suerte de verdad única en torno a una circunstancia nacional llena de ambigüedades, zonas grises, hechos que resultan incomprensibles con base en las versiones oficiales y una legalidad vulnerada por las organizaciones delictivas pero también por las dependencias públicas”.

Además critica que algunas empresas que encabezan el acuerdo, como TV Azteca, hayan pasado por encima de las leyes, como en 2006, cuando “recuperaron” las instalaciones de Canal 40.

El editorial del diario desglosa el decálogo y señala que cae en linchamientos mediáticos, posibilidades de censura, peligro a la independencia editorial y “evoca las ideas expresadas hace unos días por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón sobre lo que a su criterio debería ser la forma adecuada de hacer un periódico”.

Y remata: “Flaco favor le harán unos medios alineados por decisión propia en torno a una verdad única y uncidos de manera voluntaria a los triunfalismos, omisiones y extravíos del discurso oficial”.

La periodista Carmen Aristegui, en su columna del viernes 25 en el diario Reforma, asegura que algunos de los firmantes, en sus respectivas colaboraciones, han acusado a los que no suscribieron el acuerdo como “los mezquinos de siempre”.

La conductora del noticiario matutino de MVS señala que es imposible sacudir la sospecha de que la pretensión final de todo esto es, parafraseando al especialista Edgardo Buscaglia, “gerenciar el flujo de la información”. Esto es, uniformar la información, y desde los medios, no desde la realidad, transformar la percepción de lo que está pasando.

“El acuerdo se firma en el momento en el que todos los indicadores apuntan al fracaso de la estrategia gubernamental”, asevera Aristegui.


El acuerdo, al gusto del presidente Arturo Rodríguez García
Los reclamos del presidente Felipe Calderón contra quienes cuestionan su política de seguridad encontraron eco en el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, impulsado por el duopolio Televisa-TV Azteca y firmado por representantes de medios de todo el país el pasado jueves 24.

El documento, presentado dentro del programa Iniciativa México 2011, incluye un apartado de criterios editoriales de 10 puntos.

En los tres primeros se abordan aspectos sobre el tratamiento que debe darse a la información y coinciden casi por completo con los planteamientos que en torno al tema ha señalado Calderón casi desde el inicio de su mandato:

1. Tomar postura contra la violencia generada por el crimen organizado; 2. No convertirse en voceros involuntarios del crimen organizado; 3. Dimensionar adecuadamente la información.

Además, en los puntos 7 y 10 se indica que los medios deben promover la participación y la denuncia ciudadana y no interferir en el combate a la delincuencia.

En varias ocasiones el presidente se ha referido a la información difundida por los medios en relación con la violencia que azota al país.

El 25 de febrero de 2010, en una reunión con empresarios en Yucatán, el presidente pronunció un discurso que coincide plenamente con el decálogo de criterios editoriales del acuerdo:

“Claro que si uno ve la prensa nacional, desde luego que la manta que dejan, además, en un pueblo, un recado de fulano para zutano... Lo que nos cuesta a cualquiera de ustedes o al gobierno pagar una primera plana de varios millones de pesos, eso sí aparece en primera plana y a todo color”, observó.
Más adelante dijo:

“A veces es como deporte; a veces se trata de ver qué tanto podemos exacerbar nuestros problemas, qué tanto podemos amplificar los retos que tenemos. Y eso (...) sí causa mucho daño, no estoy diciendo, conste, que el problema no exista, sino que tenemos un problema real de inseguridad que tenemos que combatir, y si alguien tiene una alternativa, que me diga ‘no lo combatas’, que me lo diga”, retó el mandatario a quienes lo critican por su “guerra”.

En un almuerzo con embajadores y cónsules mexicanos, el pasado 6 de enero, los instruyó para que “hablaran bien de México” y mencionó datos de la violencia que priva en países de Centro y Sudamérica, en los que las cifras de homicidios son superiores a las de México. Insistió en que hay un “problema de percepción” cuando se difunden materiales acerca de este tema.

Los primeros en tomarle la palabra fueron los directivos de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos (Canaco-Servitur), cuyos dirigentes lanzaron la campaña “Hablemos bien de México” desde mediados de 2010.

El pasado 25 de enero Calderón inauguró la Convención Nacional de Turismo convocada por la Canaco-Servitur. Ahí se presentó la segunda etapa de la campaña, titulada “Hablemos y actuemos bien por México”.

Al término de la reunión el mandatario firmó un decreto para declarar 2011 como “Año del turismo en México”.

Intelectuales a modo

El presidente no sólo se ha valido de reuniones empresariales para enviar sus mensajes a los medios de comunicación que no comulgan con sus políticas. También se ha valido de intelectuales destacados Por ejemplo, el viernes 4 de marzo, al otorgar la Orden del Águila Azteca en grado de insignia, la más importante que concede el gobierno mexicano, al Premio Nobel Mario Vargas Llosa, éste se deshizo en elogios hacia el régimen actual.

En su mensaje Calderón se dijo lector del hispano-peruano a quien describió como un luchador por la libertad.

Atrás quedaron las expresiones críticas del escritor que acuñó la denominación de “dictadura perfecta” para referirse al régimen priista. Emocionado, exaltó “la libertad” que hay en México y se dijo emocionado por saber que Calderón es uno de sus lectores.

La firma del acuerdo tuvo como testigos a destacados personajes, como José Narro, rector de la UNAM; Yoloxóchitl Bustamante, directora general del IPN; Juan Ramón de la Fuente, presidente de la Asociación Internacional de Universidades; Federico Reyes Heroles, presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana; Héctor Aguilar Camín, director de la revista Nexos, y Homero Aridjis, escritor y poeta, entre otros.

También lo signaron dirigentes de organismos como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, A Favor de lo Mejor en los Medios, el Consejo de la Comunicación, y los ciudadanos María Elena Morera, de Causa Común, y la señora Isabel Miranda de Wallace.

Hay, asimismo, algunos gobernadores que se han unido al apoyo. Por ejemplo el de Durango, el priista Jorge Herrera Caldera, se deshizo en elogios para el mandatario.

En una reunión realizada el martes 22 en esa entidad le dijo: “Desde aquí me sumo también a los millones de mexicanos que reconocemos y apreciamos la firmeza y valentía con que el presidente Calderón enfrenta los retos del país. En Durango somos aliados del presidente de la República en la lucha a favor de la seguridad pública y en contra de la delincuencia organizada”, exclamó.
Complacido, Calderón respondió:

“Necesitamos seguir trabajando fuerte en el tema de la seguridad para los duranguenses, porque es un problema medular del estado. Sepa Durango que ha contado y seguirá contando con el apoyo del gobierno federal para enfrentar y resolver este problema.”

2011-03-24

Otra Iniciativa Mx más


Después de una muy mediatica primera Iniciativa México el año pasado; vuelve temprano en el año la versión 2011, el reality show de los medios de comunicación lidereados por Televisa y Azteca que traen a la pantalla a los mexicanos que están haciendo algo por el bien de la comunidad y tratando de cambiar México. La idea como tal es buena pero dada su anterior historial de manejo tendecioso de información y de masas; el duplo televisivo no parece mejorar sus niveles de credibilidad, aunque tienen una fiel audiencia cautiva.

Parece pronto para que la nueva version del reality show de los medios afiliados a Azteca y Televisa, y de los propios salga muy cercano al termino de la primera emisión; aunque tienen razones para hacerlo ya que sus programaciones estan en su decadencia màs visceral de los ultimos tiempos, les conviene demostrar "sensibilidad" social y codearse con el gobierno federal a quien de paso le dan publicidad condescendiente, aunque en la actualidad no se sabe que partido esten tomando.

Iniciativa Mx es un festín de las televisoras grandes y chicas, y de los medios impresos y electronicos y no es un ejercicio propio de pluralidad del medio, sino más parece un conclave de los poderosos y sus aliados.

Es un momento apropiado para divulgar el optimismo nacional ensalzarlo al extremo cuando la situación del pais vive uno de sus momentos mas desalentadores, es conveniente mediaticamente y existe buena tajada para todos sin duda. Un servidor duda de la buena fe de las televisoras y de los periodicos importantes de este país, no existen ataques de empatía con acciones particulares por el bien colectivo en este país de un dia a otro.

Existen necesidades de comfort en este país, y al parecer las pantallas y las letras principales de este país tratarán de pintarnos un México donde si se pueden lograr cosas en bien del colectivo y vender mercancía barata de lo mismo, souvenirs temporales y limpiezas de imagen; preparemonos bien para el nuevo reality show, ahora como en el primero con una producciòn tripartita.