2011-05-27

La Jornada - La música pertenece a otra dimensión: Herrera de la Fuente


Ángel VargasLa Jornada.com.mx

Salvo escribir música y tratar de entender los enigmas de esta expresión, poco es lo que preocupa a Luis Herrera de la Fuente, quien el 25 de abril cumplió 95 años, motivo por el cual este fin de semana recibirá un concierto-homenaje de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), con un programa integrado por obras de su autoría y en la que él será director huésped.

Me conformo con el presente, y vivo con la sensación de qué barbaridad, cómo es que he podido cumplir tantos años, señala el maestro en entrevista con La Jornada.

“A la hora que suena la música, para mí sigue siendo un misterio. Acumular experiencia, vivir, da como resultado que todas las dudas se hacen más grandes. El conocimiento es también una manera de acrecentar la ignorancia, porque uno se da cuenta de lo inabarcable que es el mundo.

“Eso me pasa ahora con la música; es un misterio del que no tengo la menor idea de por qué ocurre, por qué funciona y por qué rayos he estado tanto tiempo metido en esto, cuando podía haber hecho algo para ganar lana.

Sin embargo, la he pasado muy bien, porque es un fenómeno que me atrae: no es una cuestión de que me guste la música; también me gusta el espagueti y no por eso me he dedicado a hacerlo toda mi vida. No es una cuestión de gusto; es otra dimensión, no sé cuál ni la entiendo. No es por hacerle al Sócrates, pero en realidad lo único que sé ahora es que no sé nada.

Trabajo como un albañil

–¿Cómo se siente por volver a tomar la batuta?

–Si junto a ella hubiera una copa de champaña, preferiría tomar esa copa. En realidad no iba a dirigir este concierto, pero rodaron muchas circunstancias, y pues aquí estoy.

“Mi cardiólogo me dio permiso de dirigir siempre que lo haga sentado. Hace unos seis o siete años, en uno de los últimos conciertos que dirigí, en Guadalajara, me dio un infarto en plena actuación.

“Por fortuna había un doctor entre el público, el cual me llevó al hospital. Me quedé entonces con ese temor y por eso consulté ahora al cardiólogo, quien me hizo toda clase de pruebas y salí bien; me dijo que podía dirigir, pero que no lo hiciera de pie, porque es un esfuerzo extra para alguien de mi edad.

La verdad es que tomo el palito y lo muevo de aquí para allá y luego ya no sé a dónde ando. Jajaja.

–¿Qué significa para usted dirigir su propia obra?

–Sí es especial, pero no tanto. Mi música, como cualquier otra, se compone de notas, valores, entonaciones, etcétera; entonces lo que trato es de hacer eso bien hecho, nada más.

–Dice la pianista María Teresa Rodríguez que la experiencia es un peine que llega cuando uno está calvo. ¿Cuál es su relación hoy con la música, cómo la entiende, digamos en contraste con hace 50 años?

–La verdad ya no sé. Uno se va llenando la cabeza, el cuerpo y todo uno de tantísimas experiencias de toda índole, relacionadas con nuestra profesión, con el arte que, en este momento, en vez de tener una claridad mayor, tengo una menor.

Y señalo esto porque la experiencia quiere decir también duda. Nunca he funcionado en el sentido de que si tengo una experiencia creo que estoy en lo correcto. Por el contrario, crece la duda.

–Hace un par de años escribía apenas su primera sinfonía y ahora incluso estrenará la segunda. ¿Cómo las describe?

–Mi primera sinfonía sigue allí, no ha habido oportunidad de tocarla. En cambio, tengo ahora la posibilidad de hacer la segunda y escribo ya la tercera. Sobre ellas puedo decir que las trabajo como lo hace un albañil.

“Éste pone un tabique y se retira para ver si está bien, le pone la plomada, lo ve desde distintos ángulos, lo toca; en fin, usa todos sus recursos para cerciorarse de que esté bien colocado, en el lugar que le corresponde.

Eso hago con mis cosas. Ya cómo quede el edificio después, quién sabe. No conozco las obras que estoy dirigiendo ahora, nunca las he oído. Las puse en el papel, pero lo que cuenta en la música es el sonido. Puede estar muy bien hecha una obra en el papel, pero nomás no funciona en el sonido. Entonces, no sé si todo esto que he hecho funcionan bien o no en el sonido.

–Y de su gusto por escribir literatura, ¿qué cuenta?

–He dejado de escribir. Precisamente porque me he metido a escribir música, me he consagrado a eso. No podría decir que ya no me interesa escribir, pero tiene más fuerza lo otro.

–¿Se siente satisfecho de esta nueva época como compositor?

–No propiamente satisfecho, pero tengo la alegría de haberme dedicado a componer estos últimos años. Me produce mucha alegría hacer ese trabajo. Estudié música con el propósito de ser compositor y con ese mismo fin estudié piano, violín, toqué el órgano, estudié canto.

“Sin embargo, las circunstancias de estar viviendo dentro del oficio de la música me llevaron a la dirección de orquesta. Fue un accidente afortunado que debo a un director muy famoso en México y el mundo, Sergius Chelevidaque. Su personalidad me impresionó mucho y decidí hacerlo.

Tengo una carta de un músico italiano que fue muy famoso, Luigi Dallapiccola, quien después de oír una de mis obras me dijo que había cometido la mayor de las estupideces, que dejara la dirección y me dedicara a la composición. Me sentí como un perrito a la mitad de la calle, que lo llaman de las dos aceras y lo atropellan.

2011-05-20

La milicia narca



Por José Gil Olmos
Proceso.com.mx

MÉXICO, DF, 18 de mayo (apro).- Una de las características de Los Zetas es la violencia y el terror con los que actúan para marcar y dominar su territorio. Esto, que podría pasar como una forma de actuar de cualquier organización del crimen organizado, en realidad es parte del adiestramiento militar que los integrantes de este cártel mexicano tuvieron y que se acrecentó con la inclusión de otros grupos con formación militar: los kaibiles guatemaltecos y los marasalvatruchas salvadoreños.

Por su integración, bien podría decirse que Los Zetas son el primer grupo del crimen organizado con una estructura militar, pues en sus orígenes están entrelazados miembros que alguna vez estuvieron en los respectivos ejércitos de México, El Salvador y Guatemala, lo que los convierte en uno de los cárteles más peligrosos de todos los que hay en el narcotráfico.

Los primeros que integraron a Los Zetas fueron militares mexicanos expertos en contrainsurgencia y terrorismo entrenados en Estados Unidos.

Se trataba de soldados que a raíz del levantamiento indígena en Chiapas recibieron entrenamiento especial en Estados Unidos y conformaban el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (Ganfe) y Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP).

Hacia 1999, un grupo de 40 de estos soldados fueron llevados a Tamaulipas como policías para combatir el narcotráfico. Desde aquel tiempo, se les conocía en la entonces Policía Federal Preventiva como Los Zetas, pero el líder del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, casi de inmediato los cooptó para convertirlos en su ejército particular de sicarios.

Durante casi una década el brazo armado de Osiel Cárdenas creció rápidamente en poder y presencia, independizándose hacia marzo del 2010 y atrayendo a otros dos grupos igualmente entrenados en la milicia, como los Maras salvadoreños y los kaibiles guatemaltecos, también entrenados en Estados Unidos en la lucha contra la insurgencia.

En el caso de los salvadoreños, desde que en 1991 fue firmada la paz en el Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México, muchos de los militares de ese país se quedaron sin empleo y migraron hacia Los Ángeles, California, donde se unieron con las pandillas que sus paisanos ya habían formado en la Calle 13 por un personaje conocido como El Flaco Stoner.

Los ex soldados entrenados por las escuelas militares de la Unión Americana le dieron una estructura militar a las pandillas y patentizaron el uso del terror para controlar el territorio en la ciudad de Los Ángeles, creando un problema tan fuerte que en la década de los noventa el gobierno estadunidense deportó a cientos de Maras a El Salvador.

Con esta acción pensaron que se había resuelto el problema, pero en realidad lo acrecentaron. En El Salvador surgieron nuevas pandillas y, luego, muchos de ellos comenzaron a emigrar por tierra nuevamente a Estados Unidos y dejaron muchas semillas de terror a su paso por Guatemala y México.

La presencia de los Maras llamó la atención de Los Zetas que, debido a su expansión en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, así como en Nayarit, Sonora, Sinaloa (Los Mochis), Puebla, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Durango, Tabasco, Campeche, Guanajuato, Querétaro (San Juan del Río), Veracruz, Oaxaca y Tlaxcala, necesitaban reforzar sus filas con nuevos elementos.

Entonces contrataron a los Maras para seguir con el negocio del tráfico de indocumentados y, al mismo tiempo, también atrajeron a los soldados guatemaltecos egresados de la escuela de contrainsurgencia conocida como Kaibil, en honor al rey maya de la selva de El Petén, Kaibil Balam, que nunca pudo ser sometido por los españoles.

Creada desde 1975, la escuela Kaibil se distinguió desde sus inicios en entrenar a soldados de Guatemala, primero, y de otros países después --incluido México--, bajo la técnica más terrorífica de combate a la insurgencia, con el uso de armas especiales como cuchillos para decapitar a los enemigos y a la población civil.

Después que se firmó la paz en 1996, el Ejército guatemalteco se redujo al mínimo y muchos soldados kaibiles se quedaron sin empleo. Algunos se fueron a la iniciativa privada y otros más se metieron al crimen organizado. De ahí los atrajeron Los Zetas metiéndolos a sus filas para dominar el territorio mexicano y el guatemalteco. Y desde finales del 2005 fueron ubicados kaibiles entre Los Zetas.

Quizá no haya un ejemplo en el mundo de una milicia convertida en un grupo del crimen organizado como son Los Zetas. Por su experiencia en el Ejército, tienen capacidad para operar en el campo y en la ciudad.

Además del tráfico de droga también han incursionado en tráfico de ilegales, en la extorsión y el secuestro, en el comercio de música, películas y ropa pirata. Su presencia se detecta en México, Estados Unidos y Centroamérica, y sus ligas comerciales alcanzan Europa.

La ejecución de los 72 migrantes descubiertos el año pasado en el ejido El Huizachal, del municipio de San Fernando, Tamaulipas; los 120 encontrados en fosas clandestinas en este año en ese mismo municipio, y las 27 personas asesinadas en la finca Los Cocos, localizada en el municipio La Libertad, Guatemala ---25 de ellas decapitadas--, muestran que Los Zetas están dispuestos a todo para mantener su imperio de terror.

Su existencia es un claro ejemplo del error más grave que ha tenido el gobierno de Felipe Calderón, meter de lleno al Ejército en el combate al narcotráfico, mostrando su vulnerabilidad y su debilidad ante un enemigo que nació de sus propias filas, emergiendo como su Némesis.

2011-05-16

Algo está podrido en el futbol





Por
Álvaro Delgado
Proceso.com.mx

MÉXICO, D.F., 16 de mayo (apro).- Los heridos por cuchillos y armas de fuego en el estadio Morelos, tras la violencia que se inició con la cobarde agresión del jugador argentino Christian Jiménez a un aficionado que con insensatez invadió la cancha, durante la semifinal de Monarcas contra Cruz Azul anoche, es otro síntoma de que algo --quizá todo-- está podrido también en el futbol mexicano.

Además del profesionalismo y la respetabilidad de que gozaba Giménez entre la afición desde que llegó al Pachuca se derrumbó anoche por la agresión contra el irresponsable muchacho que invadió la cancha y que dio lugar a una gresca que escaló a la tribuna y que tiene a dos aficionados en peligro de muerte.

Hay que recordar que ya hubo un muerto vinculado al futbol: En febrero de 2007, murió Ignacio Loyola fue del estadio Jalisco, en condiciones que jamás fueron esclarecidas por las autoridades.

La riña en la cancha del Morelos ratificó, también, el carácter patológico de Jesús Corona, el portero del Cruz Azul que ya había dado muestras no solo de su iracundia, sino de su pobreza moral: Agredió a una persona en un bar, en febrero de 2010, y culpó a su primo, una treta que pronto se desbarató y se le dio de baja en la Selección Mexicana que fue al Mundial de Sudáfrica.

A Corona se le sanciona otra vez, por el cabezazo al preparador físico de Monarcas, Sergio Augusto Martín, con la baja de la Selección Mexicana que disputará la Copa Oro, pero su carrera ya está acabada. Como a él, la directiva del Cruz Azul debe despedir al “Chaco” Giménez para siempre.

Pero así como es remoto que esto ocurra, sobre todo porque la de Cruz Azul es una directiva corrupta –como se ha documentado en Proceso--, tampoco se aprecia posible que la Federación Mexicana de Futbol y las autoridades de los tres niveles de gobierno actúen para neutralizar o, al menos, evitar la escalada de violencia en los estadios y fuera de ellos al concluir los juegos.

Apenas el sábado 7 de mayo, centenares de enardecidos aficionados de León invadieron la cancha del estadio Nou Camp, tras la derrota del equipo local ante Tijuana, en un episodio de violencia que puso en riesgo sobre todo la integridad de los niños. Las fuerzas de seguridad, de por sí ineptas, la emprendieron también contra la afición en general.

Ya antes, en la liguilla por el ascenso en la segunda división del futbol profesional –eufemísticamente llamada Primera A— se presentaron comportamientos aberrantes en el Bajío: La rivalidad entre el León y el Irapuato --que ya se coronó campeón y esta semana disputará el ascenso ante Tijuana--, implicó la instauración de un Estado de sitio de facto en esta última ciudad.

En efecto, en el juego contra León, la autoridad municipal –con la anuencia de la estatal, panistas ambas--, colocaron puestos de control para evitar que aficionados leoneses pudieran ir al estadio, lo que contraviene la libertad de tránsito consagrada en la Constitución. Y a los que lograron hacerlo, la autoridad no se hizo responsable de su seguridad.

En el estadio de Ciudad Universitaria ocurre algo, también, muy peligroso: La venta indiscriminada de cerveza por parte de miembros de una de las porras al final de los juegos, luego de que dentro se suspende iniciado el segundo tiempo. Esta conducta goza de la protección del delegado perredista de Coyoacán, Raúl Flores, pero también del propio rector, el priista José Narro.

La violencia es cada vez mayor en México: En noviembre del año pasado, por ejemplo, fuera del estadio Azteca cinco personas resultaron heridas, una de ellas con la pérdida de dos dedos de una mano, por el estallido de un petardo. Antes, en enero de 2003, un aficionado de las Chivas perdió un ojo también por el estallido de un petardo que estalló en las tribunas del estadio Jalisco.

Las agresiones contra los jugadores desde la tribuna son, también, constantes y quedan en la impunidad, siempre, lo que alienta a su permanente comisión en todos los estadios.

Los propietarios de los equipos ni las autoridades han sido capaces de establecer mecanismos de vigilancia que disuadan a los aficionados de cometer actos de violencia y sancionar a quienes en ellos incurran. Los primeros prefieren no invertir y los segundos hacen como que vigilan.

Un ejemplo evidencia el absurdo: Al momento en que un jugador cobra un tiro de esquina, los escudos de los policías lo tratan de proteger de los proyectiles, en vez de que esos elementos se coloquen en los pasillos para inhibir el envío de éstos y arrestar a quien lo haga.

De algo puede servir lo ocurrido en el estadio Morelos, la noche del domingo: Deponer la simulación, tan característica de la vida pública de México, y comenzar acciones de prevención de una violencia semejante a la que atormenta el país, o seguirá la putrefacción…

Apuntes

Para ser campeones, los Pumas deben hacer lo que mejor hacen: Jugar con alegría. Y vencerán a Monarcas, el equipo de Felipe Calderón y su hermana Luisa María, la impuesta candidata del PAN a gobernadora…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

2011-05-09

Atando cabos - Unidos por el dolor


Por Denise Maerker
El Universal.com.mx

Nada va a cambiar con la marcha, dicen algunos. Puede ser. Pero siempre está la posibilidad de que el reclamo cale y conmueva, se multiplique y genere cambios



Nada hubiera presagiado que alguna vez caminarían juntos: amas de casa, pequeños y grandes empresarios, norteños y morelenses, mormones y católicos, militantes ocasionales o ciudadanos ajenos a lo público o incluso alérgicos a lo político. Y sin embargo ahí estaban caminando brazo con brazo unidos por el dolor. Y es que la marcha fue eso: la suma de muchos dolores y de incontables agravios. A la pregunta de por qué estaban ahí, las respuestas se sucedían apabullantes: “Mataron a mi hijo hace unas semanas”… “Hace año y medio que mi hijo desapareció en Guadalajara”… “Somos de Coahuila, mi hermano nunca regresó a su casa”… “Me secuestraron hace dos años y es la primera vez que lo digo”.

Estoy segura de que todos hubieran preferido no estar ahí, no haberse conocido, que la violencia no los hubiera arrancado de sus vidas y profesiones. Porque fue la pérdida de un ser querido lo que los reunió y los llevó a encabezar una marcha. Los demás, la inmensa mayoría, se presentó por solidaridad y empatía, por miedo, por horror y con el deseo genuino y compartido de que México deje de ser el lugar de tantos muertos.

No faltaron los oportunistas, pero desaparecían en medio de los miles que en pequeños grupos se acercaban y acompañaban a los marchantes durante unos kilómetros.

Mientras caminaban, en las redes sociales algunos cuestionaban la utilidad de la marcha. ¿Para quién?, me pregunto. Porque para los que estaban ahí era una razón de vida en medio del dolor y de la pérdida, una forma de duelo compartido y de valentía contagiosa. ¿Para todos los otros? Una revelación de la magnitud y hondura del dolor que está desgarrando a nuestra sociedad.

Nada va a cambiar —decían otros justificando su ausencia—, mañana todo seguirá igual. Puede ser. Y sin duda nada habrá cambiado para quienes no fueron. Los que estaban ahí se sentirán menos solos, otros habrán ejercido por primera vez su derecho democrático de tomar las calles para manifestar un descontento y siempre está la posibilidad de que el reclamo cale y conmueva, se multiplique y genere cambios.

Fue una marcha de reclamo y el reclamo se dirigió a quien detenta la autoridad y por lo tanto la responsabilidad de mantener el orden. Y sí hubo gritos y pancartas contra Calderón. Pero qué gran equivocación la del Presidente de salir a manotearles por televisión un día antes de que empezaran la marcha exigiéndoles, más que pidiéndoles, comprensión para con su estrategia. Son ellos los que merecen comprensión.

Fue, así lo sentí, una marcha con mucha tristeza, con un anhelo: que el horror cese, con una exigencia: que nuestro aparato de seguridad y de justicia funcionen, con una propuesta: que el camino no sea el de la prohibición y que la estrategia no sea únicamente la de las armas.

Me quedo con una frase, la de un manifestante en bicicleta cuya pancarta rezaba: “No estoy llorando, es que se me metió una guerra en el ojo”.

2011-05-04

Televisa y TV Azteca van por el mercado de Telmex con "Totalplay"


Jenaro Villamil
proceso.com.mx



MÉXICO, D.F., 3 de mayo (apro).- La alianza entre TV Azteca y Televisa para competir con Telmex en el mercado del cuádruple play (audio, video, internet y telefonía móvil) se concretó este martes con el anuncio de la nueva empresa Totalplay, propiedad de ambas televisoras, que pretende llegar a 100 mil hogares en 2011.

“Ahora es una realidad esta oferta de ‘conectividad total’. Por eso la llamamos Totalplay”, afirmó Ricardo Salinas Pliego, accionista mayoritario de TV Azteca, al anunciar el lanzamiento de la nueva empresa de Grupo Iusacell.

Samer Salameh, director general de Totalplay, especificó que éste “es el primer servicio en México que está fusionando dos tecnologías, que es la de telecomunicaciones con la de entretenimiento, creando así el concepto de infotainment”.

De acuerdo con la información de Grupo Iusacell, la nueva empresa ofrecerá conexión de 100 megas en internet, tanto para hogares como para negocios; televisión en alta definición (HD) hasta con 250 canales; telefonía fija y telefonía celular, a través de la red 4G de Iusacell.

Como se recordará, Televisa y TV Azteca concretaron hace tres semanas una sociedad. La empresa de Emilio Azcárraga Jean adquirió por 1,600 millones de dólares 50% de Grupo Iusacell, mientras que Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, mantendrá el porcentaje restante.

En conferencia de prensa, Salinas Pliego afirmó que el plan “es muy modesto para el 2011”, ya que serán sólo 100 mil hogares, una cifra menor a las 12 millones de líneas telefónicas que tiene Telmex y a los 7.57 millones de clientes de internet en banda ancha.

El proyecto de MVS

En contraste, la empresa MVS, de la familia Joaquín Vargas, ha negociado durante cinco años el lanzamiento de otra empresa de cuádruple play, a través del uso de la banda 2.5 Ghz, donde posee 190 Mhz, con una inversión de más de mil millones de dólares para construir y operar una red de Long Term Evolution (LTE).

En un comunicado de José Antonio Abad, director general del proyecto, se afirma que “el proyecto se encuentra detenido, porque a pesar de contar con las opiniones favorables de la Cofeco y la Cofetel, la Secretaría de Hacienda no ha fijado, a la fecha, una contraprestación acorde a estándares internacionales sobre lo que se ha pagado por la explotación de la misma banda, que nos permita competir”.

La nueva empresa que anunciaron Televisa y TV Azteca, empresas que dominan 95% de la televisión abierta y más de 50% de la televisión restringida, competirá favorablemente con el proyecto Banda Ancha Móvil para Todos, de MVS, pero también con Cablevisión y Sky, ambas propiedad de Televisa.