A Carlos García Ramírez no le importó tener 14 años y dos mil pesos en la bolsa para viajar solo en un camión de Tlaquepaque, Jalisco, al Distrito Federal, en busca de su sueño: jugar con Cruz Azul.
Hace seis meses inició su aventura. Sus padres no lo pudieron acompañar a la Ciudad de México porque trabajan para mantener a sus otros tres hijos. Cerca de la Central del Norte encontró un hotel donde rentó un cuarto a 100 pesos la noche.
“Le eché ganas para venirme para acá para hacer la prueba, sin dinero. Ahorré como unos dos mil pesos y me vine en camión solo; mi papá me dijo: ‘échale ganas, te quiero ver allá adentro’”, cuenta Carlos a RÉCORD.
Carlos no conoce el DF, por lo que no le fue fácil llegar a La Noria. “Me perdí, pero preguntando en el metro, gente que no me conocía me decía: ‘yo voy para allá’, y me dejaban en lugares, me perdían más. Por las ganas que tenía no me importó no saber”.
Cuando Carlos llegó a las instalaciones de Cruz Azul se dio cuenta que la persona responsable de hacer las pruebas a los jóvenes no había ido ese día.
“Pasaron semanas y dormía en el hotelillo. Comía tacos, gorditas, panza, leche. Sí la sufrí un poquillo porque mi mamá no tenía dinero. Me mandaba cada que tenía. Llegar a las fuerzas básicas ha sido un poquillo doloroso, todavía no estoy adentro, pero le estoy echando todas las ganas”, explica.
El joven ya fue presa de la inseguridad que se vive en la capital. “Una vez me asaltaron a la salida del metro. Me preguntaron la hora, saqué mi celular y un tipo me lo pidió: ‘éste es un asalto’, me dijo y se empezó a enojar. Sí me espanté por la impresión, no me sacó un arma, pero al último me dio un ‘sape’ y se echó a correr”.
Debido a que se le acabó el dinero que tenía para sobrevivir, Carlos se regreso a su casa en Tlaquepaque donde estuvo un mes. Ahorró de nuevo y regresó al DF. Hoy, ha pasado varias etapas para quedarse en Cruz Azul, vive en la casa club del equipo, y está cerca de quedarse con la Sub 15 del equipo.
“Estoy casi en la última etapa, primero Dios, me dicen el lunes si me quedo. He madurado un poquillo, me he enseñado que hay que ser guerrero, no hay que dejarnos vencer y si tenemos un sueño, hay que cumplirlo”, añade Carlos, a quien sus compañeros lo apodan el ‘Rooney’.
Orozco, su ‘padrino’
El joven conoció el día que hizo su prueba al delantero de Cruz Azul, Javier Orozco.
“Yo sabía que él jugaba en Primera División, pero no me acordaba de su nombre, fui y le pregunté: ‘¿tú juegas en Primera?’, y me dijo que sí; le pregunté: ‘¿te dicen el ‘Chuletita?’. Ya me preguntó que a qué venía y le dije que a una prueba y me dijo que me iba a estar viendo. Hice la prueba y gracias a dios me salió bien y me quedé”.
Otro día, Carlos salía de la Noria e iba a subirse a un camión que lo llevara a Taxqueña, pero Orozco le habló. “Cuando me iba a subir, me tocaron el cláxon, volteo y me dice el Chuletita: ‘ven’; de hecho, se enojó el camionero, me acerqué al Chuletita, me preguntó a dónde iba y me dijo que me daba un ride. No le creía. Me acuerdo que fue algo inolvidable”, relata.
La amistad entre Javier y Carlos creció y en el partido entre Cruz Azul ante el San Francisco de Panamá el martes pasado, Orozco festejó su tercer gol con el ‘Rooney’.
“Mi ídolo es el ‘Chuletita’ y en el partido ante Estudiantes le pedí su camiseta y me la dio. Vino contra Atlante y pedí permiso para ser recogebalones, fui al estadio y ahí me regaló la camiseta.
“Contra San Francisco repetí de recogebalones y en el festejo me dijo el ‘Chule’, ‘vente, métete’; me brinqué y me metí a la cancha y me valió si me regañaban o no. Me dijo que le echara ganas, que me quería ver allá arriba (Primera División) y es lo que voy a hacer”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario